viernes, 13 de mayo de 2011

PERO, ¿CUANTOS PARADOS HAY REALMENTE EN ESPAÑA?

El último dato de paro registrado permitió la semana pasada al Presidente del Gobierno anunciar, por séptima vez en esta crisis, el cambio de tendencia del mercado laboral. Para Zapatero este dato, que refleja una teórica reducción del desempleo en 64.309 personas y deja la cifra –de nuevo, totalmente teórica- de paro en 4.269.360 personas, se convierte en un logro “muy positivo” que confirmaría sus optimistas augurios económicos, casualmente, a dos semanas de las elecciones autonómicas y municipales.

Pero, ¿cuál es realmente la cifra de parados? Son muchas las cosas que deben saberse sobre una estadística, la del paro registrado, que tanto provecho político ha permitido sacar. En primer lugar debe recordarse que este mecanismo de contabilización del paro no está admitido en las estadísticas oficiales europeas. La UE prefiere la Encuesta de Población Activa, que acaba de arrojar en su última cifra (primer trimestre de 2011) un aumento del número de parados hasta los 4.910.200


En segundo lugar, debe subrayarse que el paro registrado ni tan siquiera llega a contabilizar a la totalidad de personas desocupadas inscritas como demandantes de empleo en las oficinas públicas de empleo. Es cierto que parte de esa base pero, a partir de ahí, quita del cómputo a quienes buscan un trabajo eventual que no dure más de tres meses, a quienes demanden un empleo de jornada reducida o inferior a 20 horas semanales, elimina de la cifra a los solicitantes de empleo para el extranjero o a domicilio, y aparta también de la estadística a quienes se apuntan a las listas para cumplir con el requisito exigido por las empresas de contar con esta acreditación para poder entrar en un proceso de selección específico.

Y por si la resta fuese poco sensible, tampoco contabiliza como parados a los estudiantes menores de 25 años, los demandantes de primer empleo, asistentes a cursos de formación, quienes rechacen acciones de inserción laboral, trabajadores agrarios subsidiados, o determinados colectivos afectados por un ERE cuando se cumplen determinados requisitos como su no incorporación a la empresa en un plazo de tres meses.

Como colofón habría que aclarar que, por si todo esto, no pone suficientemente en cuarentena el dato, debe subrayarse que la cifra exhibida por Zapatero ni tan siquiera estaba desestacionalizada: si se reparte el efecto de contratación por Semana Santa entre todo el año, el dato cambia de signo y marca un aumento de 7.100 parados.

Más allá de la discusión del número de parados, la EPA nos deja nos deja una serie de datos ilustrativos de lo que está ocurriendo en el mercado laboral y la economía española. La primera cuestión relevante es la estabilización de la tasa interanual de destrucción de empleo en un nivel próximo al 1,5%. Esto supone que en el último trimestre se han perdido algo más de 250.000 puestos de trabajo, que se quedan todavía en 150.000 si se elimina el componente estacional.

Otra información importante proporcionada por la EPA es la pérdida de empleo fijo, casi 160.000 personas en el último año. Resulta especialmente preocupante la evolución del paro de larga duración, es decir, de aquellos que llevan sin trabajo más de un año, que ya supera los 2,1 millones de personas, con un aumento de más de 425.000 desempleados en los últimos 12 meses.

Y dicho esto, voy a recordar otras cifras, no tan aireadas por el Gobierno y que se deberían tener en cuenta. La primera, que el número de demandantes totales de empleo, según los propios datos del Ejecutivo, se sitúa ya en 5.719.563 personas. Que el número de personas excluidas de la estadística por buscar un empleo con disponibilidad limitada –caso que afecta a un buen número de madres- se eleva a 219.173 personas. Que el volumen de parados que tampoco figura en la estadística por estar realizando cursillos asciende a 258.019 personas. Y, ya en el plano cualitativo, un millón y medio de personas ha agotado sus prestaciones por desempleo. ¿Alguien ve la euforia oficial por algún lado?

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