jueves, 16 de junio de 2011

INDIGNACION SÍ, PERO ORGANIZADA Y PACIFICA


Hace tiempo que lo vengo pensando, y quien me conoce lo sabe. Lo he comentado en infinidad de ocasiones en el último mes: este movimiento de los indignados, tan diverso y disperso, tan ambiguo y plural puede perder los papeles. Lo que ha ocurrido en los últimos días no me ha gustado nada y me ha desalentado. Por un lado, se zarandea al líder de IU, Cayo Lara; por otro, Rubalcaba tiene que anular un viaje a Valencia por temor a las protestas; en el Parlamento de Cataluña miles de personas dificultan el paso e increpan a los políticos; al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, del PP, un grupo de personas le esperen en la calle para insultarle mientras pasea a su perro con su mujer e hijos, como un ciudadano más. No, no me gusta nada. Creo que la inmensa mayoría de los indignados son pacíficos, pero es peligroso que empiece a infiltrarse y aprovecharse, incluso hasta adueñarse de él grupos antisistema y se instaure la violencia como forma de queja.

Lo he dicho muchas veces. Estoy de acuerdo en cuestionar y criticar a los políticos cuando lo hacen mal. Y lo hacen mal, porque la ciudadanía así lo percibe. No en vano llevamos un año y medio en que las encuestas del CIS nos dicen que los políticos son la tercera preocupación de los ciudadanos. El Gobierno no anda lejos, en quinta posición. Han pasado de ser la solución a la causa del problema. Y eso es muy peligroso y vergonzoso. Pero eso no justifica que, por ejemplo, se boicotee el acto de constitución de un Ayuntamiento, o un Parlamento Autonómico. Hay que ser coherentes y responsables. Se trata de un acto puramente democrático: los ciudadanos votan a sus representantes para gobernar sus ciudades y estos toman posesión de sus cargos en las instituciones correspondientes. Gritar o insultar a esos representantes políticos (antes de que empiecen a gobernar; antes de que se puedan equivocar) es gritar e insultar a los ciudadanos que les han votado. Millones de personas votaron hace menos de un mes en las pasadas autonómicas y municipales. El Pueblo ha hablado. El Pueblo es sabio. Y las decisiones del Pueblo deben de ser respetadas.
 
Por tanto, como ciudadano, me considero en mi derecho de creer en la democracia española nacida en 1978. Creo en su Constitución y en sus Instituciones. Creo en los partidos políticos. Los critico cuando actúan mal, pero son instrumento necesario. ¿Cómo se organiza una sociedad conformada por 50 millones de personas si no es eligiendo a unos representantes de los ciudadanos, cada uno bajo el paraguas de su ideología, su coherencia y su historia?

Lo que hace falta es transparencia, regeneración e igualdad para todos los ciudadanos. Coherencia y estar en política por la ciudad y sus ciudadanos, y no por los partidos y el poder.
 
Puestos a elegir, me quedo con el Sistema, con la lucha por la regeneración del mismo, de la política, de los políticos y de la vida pública en general, frente a la queja gratuita, a lo antisistema  y a la indignación violenta que lo mide todo por el mismo rasero. Indignación SÍ, pero pacífica y organizada.

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